¿Por qué Fracasó El Carpazo?

¿Por qué El Carpazo fracasó, al menos por el momento?

He oído un par de declaraciones y solo puedo dar mi opinión pero cuando se hacen eventos culturales como El Carpazo, es importante que los gestores comprendan muy bien el producto cultural o artístico que están ofreciendo y a qué público se dirigen.

Los organizadores plantearon la escasa venta de entradas como razón de la cancelación.

Sí, no vendieron suficientes entradas para que sea viable y genere réditos para un siguiente ejemplo. Sin embargo, viendo el lineup de esta edición me pregunto: ¿cuán relevante es ese lineup para el público que va al evento?

Seamos específicos, ¿qué falló?

Me pregunto cómo el lineup le habla a un público adolescente alineado y preparado para escuchar bandas como La Máquina Camaleón o Él Mató a un Policía Motorizado, ambas presentes en ediciones pasadas. En esos casos vi gente joven desde los 15 años coreando sus canciones, de principio a fin. Con el lineup propuesto este año me pregunto cuál es la relevancia de Los Tres para ese público, hoy, en Ecuador. Me pregunto cuál es la coherencia del producto cultural llamado El Carpazo y por el cual piden que paguemos una entrada. Sin desconocer a esa banda, ¿cuál es ahora su relevancia? Ellos tuvieron su unplugged en 1995, el punto alto de su carrera. Después de eso, ¿qué? 

Si yo tuviese 16 años, me preguntaría cómo me llegan esas bandas. Sé que hay sentimientos retro en los públicos pero, ¿hoy es relevante en la vida de un chico de 16 años Los Tres?, ¿él o ella va a pagar la entrada para ir siendo los teloneros?. Esa es la pregunta de fondo. En la edición en la que tocó Mundos, los chicos se sabían todas las canciones pues la banda venía ya tocando con su álbum más reciente y acababa una gira. Es decir, su música era relevante en esa edición en ese momento.

¿Cuál es el público del Carpazo ?

De acuerdo a lo que he visto, el público de El Carpazo son chicos y chicas de una clase media educada en colegio secundario privado y en universidades privadas principalmente, además de extranjeros vinculados a un grupo de clase media de consumo que tiene el alcance y conexiones para involucrarse en este tipo de movidas. Ojo, con esto no quiero decir que El Carpazo sea un evento pijo.

¿Los organizadores no conocen bien a su audiencia?

No totalmente y creo que es parte de la movida en general de este entorno de música independiente. La pregunta es si están reconociendo a su propio público. Si ves la organización de El Carpazo como la curaduría en vivo de un evento, te preguntas qué tuvieron en mente los curadores que armaron los setlists y las mezclas.

Entiendo que debe ser difícil hacer el booking de las bandas por disponibilidad, tiempos, giras, recursos que demanda, etc. pero siento que hay una prioridad de caza de oportunidades que están a la mano antes que la propuesta de una experiencia musical coherente de consumo.

No dudo que los organizadores están jugando con limitaciones financieras que inciden en el booking. Ciertas bandas siempre estarán disponibles y si no se puede con Los Tres, estará el Cuarteto de Nos. Si no son ellos, estará Vilma Palma para otro segmento. Si no está Vilma Palma, está Hombres G. Y si no son ellos, será Tormenta. Y así va.

"La pregunta es si están reconociendo a su propio público".

Por más que operemos en ciertos espacios donde queremos empujar una industria independiente, no podemos desconocer los aspectos comerciales de este tipo de emprendimientos. Te lo digo porque analizando El Carpazo, mientras se anunciaba su cancelación, salieron los lineups del Lollapalooza en Chile y Stereo 

Picnic en Colombia y no dudo que habrá gente que ahora estará armando esos viajes. No digo que sean miles de personas, pero sí que son parte de ese público. Sí, no se vendieron suficientes entradas y es una medida de sanidad no lanzarse a algo sin saber que va a pasar. Vivir en crisis económica afecta, sí, pero garantizo que una parte del público que no iba a asistir a El Carpazo irá a Chile y Colombia.

¿Es posible ser preciso en la construcción y reconocimiento de audiencias en eventos como El Carpazo?

Si vemos la cuestión de entornos en las industrias creativas, pienso que lo primero es conocer a tu público y repito, saber reconocer cuan relevante es para la escena musical ecuatoriana lo que está sonando y lo que consume la gente.

¿El precio de las entradas no fue la razón principal?

A eso voy. No es un tema de precio y consecuente escasa venta, sino de reconocimiento de públicos y consumos. Es saber reconocer qué es pertinente hoy por hoy en la música local, qué sonidos salen de tal o cual banda y cómo eso se empata con el escenario más grande. Esos sistemas de conexiones hoy en días están muy latentes.

Con tanta conectividad te das cuenta que la gente está escuchando lo que quiere escuchar, en streaming, sin parar, sin restricciones. Eso no complica el juego únicamente y necesariamente, también da posibilidades en la búsqueda de conexiones para armar lineups y setlists.

Por ejemplo, en Guayaquil hubo en los últimos dos años una movida importante de surf rock. ¿Cómo no empatar eso con The Drums? Hay tantas posibilidades como curador, una forma musical siempre puede dialogar con otra.

Parte del éxito de cualquier evento o actividad cultural es saber cómo lo local dialoga con lo global en medio de una sociedad con alta conectividad. Si no puedo ir a Lollapalooza en Chile, puedo ver la transmisión en vivo y lo voy a conectar con mi mundo, con cómo me funcionan las cosas aquí en Ecuador. Los organizadores no pueden ignorar eso, menos cuando El Carpazo es una gran oportunidad de tener una plataforma para construir y armar propuestas interesantes.

¿Qué es lo más penoso de la cancelación?

Lo más triste es no ver a bandas locales en un escenario grande con público masivo. En las recientes ediciones me gustó ver muchachos de colegio, mucha juventud unida en un evento. Ellos son quienes van a seguir consumiendo música y están apuntando primero a bandas locales. Siguen con fervor a bandas como La Máquina Camaleón o Les Petit Batards. Los jóvenes ahora admiran a nivel local.

Tenía mucha expectativa porque para esta edición venía Helado Negro, una banda que ha sido muy relevante en estos últimos dos años a través de movimientos como Black Lives Matter con una canción que habla del orgullo de tener piel canela. Fue una nota que repercutió en estratos indie y fue relevante, resuena con el momento y con el mundo en que vivimos.

"Parte del éxito de cualquier evento o actividad cultural es saber cómo lo local dialoga con lo global".

¿La cancelación puede ser una señal de que las industrias culturales ecuatorianas viven en un estado de fragilidad crónica?

Un dilema en parte superado en el país es el reconocimiento que la cultura sí se puede industrializar. No podemos desconocer el aspecto de industria que tiene este tipo de manifestaciones, ajeno a que —por ejemplo— una definición de ser independiente es estar en contra de la industria o rechazarla, o ser una alternativa para operar en un modo entre comillas masivo, saliendo del nicho. Obviamente El Carpazo es un nicho, pero apelaba a un nicho masivo.

Cuando tocan bandas de metal, locales o extranjeras, se llena siempre porque tienes públicos construidos. Hay plataformas locales fuertes, no importa si eres onda Judas Priest, Pantera, etc. Eso hace la cultura, te da anclas y lugares para compartir significados. Cuando se reúnen los metaleros, te empatas y te encajas. Es verdad que la escena metalera ecuatoriana tiene una tradición. Yo creo que para los otros escenarios, apuntando a los que llamamos independientes que aglutinan diversos géneros pero a la final denominados indie, se juega con cierta estética más que con estar por fuera de la industria, porque casi todo producto cultural ecuatoriano está fuera de la industria.

Si piensas desde un punto de vista indie, ¿qué es lo que tienes? Tienes mundos que se han generado en buena parte gracias a los medios digitales. Estas plataformas han permitido a su vez que los productos o consumos se fragmenten más y se vuelvan más nicho. Basta hablar con algunos adolescentes y te cuentan de bandas que en tu vida has oído.

¿Qué pasa? Tienes esas plataformas que actúan solas prácticamente ya que no tenemos escenarios de música continua en vivo en Quito, salvo ciertos escenarios metaleros y de hip- hop que de alguna manera son permanentes. ¿Por qué hablo de estos públicos? Porque viene una conversación, entre comillas, sobre construcción de escenas, su manutención y su conexión con lo de afuera. Eso implica educar al público de alguna manera. Los metaleros tienen una historia de compartir significados a través de la música tan amplia que tienes convocatorias garantizadas, sin importar cuánto cuestan las entradas. Por ahí se empiezan a fortalecer escenas.

¿De qué está hecha una escena y quienes son los actores?

Lo primero es la música, ya sea a través de las bandas o de un venue. Las bandas tienen un rol indudable, ellos son el hub, potencializado si se mueven bien en redes. A su lado están espacios de industrias relacionadas que las apoyan. En temas de locales o venues, los espacios musicales de tocadas en vivo son básicos para que la gente pueda compartir formas musicales. El caso de El Pobre Diablo puede considerarse pero no ha trascendido para crear una escena alrededor como ha ocurrido en lugares emblemáticos, Fabric en Londres para música electrónica avant gard o Low End Theory en Los Ángeles para el hip-hop experimental.

Otra cosa genera escena son las disqueras, algo que no tenemos aquí. La música es el eje, ahí se encuentran las bandas, los venues y las disqueras. Un medio de comunicación ayuda mucho pero no es la escena.

¿Qué está pasando en la escena musical nacional?

Veo que han surgido muchas bandas jóvenes en últimos cuatro años que han tenido pegada con un público joven. Insisto en que eso es lo más importante. No obstante, siento ha habido un freno, pues la escena corresponde o se ejecuta cuando tienes la música. Yo sigo esperando el segundo álbum de Mundos, una banda que en su momento fue muy refrescante. Igual de Marley Muerto, que llegaron a un nivel de producción alto.

Tenemos una escena que no terminó de cuajar. Tenemos bandas talentosas pero la pregunta es el volumen de la producción musical, cuántos álbums se han producido en los últimos cuatro años, cuántos han logrado producir las bandas… Sin música y álbums, no tienes por donde empezar.

Dudo mucho que los músicos se dediquen tiempo completo a serlo porque no pueden vivir de ello y eso es un limitante. Eso es común a las industrias creativas ecuatorianas. Pasa exactamente lo mismo con los cineastas. ¿Cuántas veces puede retornar Biorn Borg sin álbum nuevo? Y eso se aplica a cualquier otra banda. ¿Cuántas veces pueden tocar Los Tres sin nuevo material?

Pero grabar y sacar un álbum puede ser caro.

Uno de los retos principales de las industrias creativas es mantenerse produciendo. La gente joven quiere escuchar música nueva y la hay, sin duda. El papel de la industria musical independiente nacional es dársela, como sea. Ahí es donde viene el atractivo más grande del mundo indie: el DIY o hacerlo tu mismo. Hay bandas emblemáticas que han funcionado así, un ejemplo es Guided by Voices, que durante su carrera han hecho de todo, desde material hecho en 4 tracks que suenan de a perro hasta cosas más pulidas.  Hay varios ejemplos que van por ahí.

¿Hacerlo “como se pueda” puede comprometer la calidad de los productos?

Ahí hay una cuestión de liberarse de ciertos preciosismos que quizás, por ser latinoamericanos y por siempre estar mirando afuera, nos hacen pensar que cualquier cosa que hacemos no es suficiente, aunque sepamos que esta hecho de una manera medida. Es decir, la conversación siempre suena a “tenemos que producir en tal lugar” o “tenemos que contratar a tal productor”. La experiencia es muy válida, pero no va necesariamente por ahí.

Otro ejemplo es Él Mató a un Policía Motorizado, una banda que lleva 15 años de carrera y cuyo último álbum La Síntesis O´Konor es el primero que suena pulido pues lo grabaron en un estudio emblemático, pero ellos siguen siendo ellos, sin importar si escucho su primer álbum o el último. Son ellos en estética y contenido. Por ahí va la cosa.

 

"Un dilema en parte superado en el país es el reconocimiento que la cultura sí se puede industrializar".

Pero la calidad es una marca o garantía de venta o consumo importante de los productos de las industrias creativas como música, cine y medios.

Puede ser pero te puedo contar que yo he tenido ese debate con editores de las versiones digitales de grandes medios nacionales. Por ejemplo, como parte de Radio Cocoa yo tuve reuniones con miembros de redacciones multimedia para contarles la experiencia y los creadores se rasgaban las vestiduras diciendo que cómo es posible que trabajemos sin cabinas de sonido, micrófonos a medias, etc. Ellos pensaban que se necesita ser CNN para producir en el campo. Algunos medios locales quieren creerse CNN y quieren más. Son rehenes de fórmulas de repetición de contenidos, pero por otro lado no pueden acaparar todo o cubrirlo todo.

Y ahí hay una cosa: no debería haber un conflicto con salir con lo que tienes aceptándolo como tal. Eso es el “hazlo tu mismo”. No es hacerlo mal.

Conozco personalmente productores que ahora son muy cotizados y que trabajaron en MTV latino en los noventa haciendo los Station ID. MTV les daba una handycam y les dejaba a su suerte, y esa es sin duda la época mas creativa de MTV, la del video mal hecho, fragmentado, etc. Era la estética del momento y los creadores se destacaban. Ese era el reto: trabajar con poco. Eso se aplica a muchas áreas de las industrias culturales, aquí y afuera. ¿Comprometer la calidad?. Lo único que implica de alguna manera es reconocer que no estás produciendo en tus condiciones al tope de lo que puedes hacer, no importa cómo.

En Ecuador sí que se ve eso de “tenemos que ser lo máximo o no sirve” y pienso que tenemos que ser más humildes. Si tu autoconfianza y trabajo te lleva a juzgar y decir “está lo suficientemente bueno, vamos a darle”, está muy bien. Para mí es más un tema de observación de ideas básicas y conceptos curatoriales aglutinantes para sacar cosas buenas.

¿Entonces qué nos falta?

En resumen, lo que más falta hace es producir y punto. Coger, hacer y sacar. Eso junto a los mecanismos para seguir produciendo y el trabajo de creadores tomando más riesgos, no importa cómo o con qué. No es una cuestión de que si no es álbum de 30 mil dólares no puede salir. Nos falta una mezcla de humildad y autoconfianza. Es mi posición personal.

¿En las industrias culturales ecuatorianas hay una sensación de elitismo en la producción con marca independiente versus el producto mainstream?

Reconozco esa posición pero hay que aclarar algo: el momento en que ponemos la calidad en juego, nos ponemos en un ciclo de valoraciones y gustos, que también es medible dentro de un sistema de estándares.

Ni siquiera es una cosa de “nosotros versus ellos”. La conversación más productiva es verlo como que la producción indie es la alternativa a lo que no es. Por eso hice Radio Cocoa, pues no había plataformas de consumo de música independiente. Por eso promovimos post(s), pues hay poquísimos journals en Quito sobre cultura y arte y los que hay son tan académicos que matan la expresividad del arte y los temas tratados.

Necesitamos espacios materiales o virtuales de expresión para que emerjan otra formas culturales. Que éstas luego sean cooptadas en el status quo comercial o mainstream es otra cosa. Si eso le da a alguien de que vivir, enhorabuena.

¿No tiene por qué haber enfrentamiento?

No. El “enfrentamiento” que señalas me parece productivo en cuanto se manifieste como esa opción necesaria para mantener un mínimo de balance en la sociedad donde podamos refrescar oídos, vistas, etc. y apelar a otros gustos estéticos. Ese es el principal aporte en esa separación entre lo mainstream y lo independiente.

El momento que estás en el mundo independiente alternativo, subsidiado o no, los errores son tuyos, aprendes y cambias. El mainstream no puede hacer eso pues no puede parar su día a día por cuestiones de institucionalidad, peso, etc. Uno gana, si tu quieres, cuando logras producir de una manera tal que el status quo te regresa a ver y te empieza a copiar.

El truco es jugar a un “miren que tan buena es nuestra alternativa que ustedes no la pueden hacer”. Yo si creo que eso puede jalar clientes, si hace falta. Ahí es cuando dices “ganamos”. Cuando te volviste referencia, aunque sea en alguna cosa pequeña.    

Digamos que las personas que entran en las industrias creativas independientes no siempre saben a lo que se meten.

Quienes entran a las industrias creativas independientes saben o deberían saber a lo que se atienen y no se trata de creaciones sofisticadas. Habrá el álbum bueno, luego saldrá el material pésimo… Elliott Smith trabajaba desde su habitación y bueno, llegó a cantar en los Oscar. Sé que es uno en un millón, pero prueba el punto que nunca jugó el juego grande desde su posición. Y así con medios, empresas de juegos, galerías de arte, productoras audiovisuales, etc. Entiendo las limitaciones pero creo que para quien entra en el juego, es algo ya conocido.

Si no hay riesgo, no hay cambio. Ahí hay un rol para los productos o experiencias alternativas de consumo indie, ya que los independientes pueden tomar el riesgo que una empresa no puede. Eso es vital para una sociedad mínimamente diversa.

Hablando de bandas, cineastas, medios, etc. lo que se debe privilegiar es la constancia pues el rato en que no se produce, no hay de que hablar. Punto. Si no hay música o periodismo alternativo, no hay otros sonidos que inunden al ambiente o narrativas nuevas de nuestros tiempos.

¿En resumen cómo lo condensas?

Tiene que haber constancia en la producción y a un ritmo declarado. Lo importante es que los públicos que consumen sepan qué esperar. Si lo declaras, lo llevas bien. Yo no pienso que bandas como Mundos o Marley Muerto ya no existen. Pero no pueden dejar de producir, como sea. Creadores locales que se han destacado afuera nunca jugaron el juego grande, jugaron con lo que tenían y fueron consistentes. Nos falta esa consistencia.

Al ser un creador independiente, escoges estos espacios sin más mérito que el gusto de hacer algo bajo tus propios criterios para que tus miradas circulen. Es la premisa mas básica. Si eso genera algo más como reputación, tendencia, ingreso, o subir a otro nivel de facturación en calidad o plata, enhorabuena.

"Me cae mal la etiqueta de elitismo que a veces surge en lo independiente".

¿Por qué muchos productores independientes ven con desprecio muchos productos mainstream de la cultura?

Veo una falta de alternativas. Hay una reacción cuando la gente joven ve que hay más mundo que nuestros referentes locales y buscan qué otras historias hay sobre lo mismo. Nos mantenemos interesados a través del cambio. ¿Cuántas veces tenemos que recont

Me atrevo a sugerir que nunca creamos una cultura popular juvenil como país. En los ochenta y noventa se hizo música y cine pero sí hay un vacío de producción cultural que me lleva a decir que no tenemos una cultura pop juvenil y dentro de ella una cultura reaccionaria alternativa indie.

Cuando escucho por algún medio temas de Contravía hablando de las calles de la ciudad y sus caras pienso que ya vivimos eso. Empieza a sonar Kruks en Karnak y digo qué bestia, esto es nuestra cultura pop juvenil, que fue tan modorra y obvia que ahora nos acaba regresando. No digo que no haya existido el mérito musical, pero para que en siglo XXI Contravía siga siendo un referente de la música ecuatoriana es que estamos fritos, no hubo más que eso (…) quizás en un rock más fuerte y reaccionario tenemos a bandas como Sal y Mileto o El Retorno.

Lo mainstream tiene una culpa, pues cuando se autovalida moralmente y dicta qué es correcto o idóneo, causa problemas. Lo mainstream se autosantifica y autoproclama como veedor de lo que es válido y lo que no. Obvio que eso molesta porque interpone juicios morales y no podemos hacer ese mismo juego desde los márgenes. Justamente por esa razón me cae mal la etiqueta de elitismo que a veces surge en lo independiente.

¿Las formas de registro y consumo están cambiando eso?

Yo me pregunto dónde están las grabaciones, dónde escucho a El Retorno, a la Hot Choclo Blues Band, a Héctor Napolitano, Hugo Idrovo o Canserbero? ¿Dónde está su música para consumirla de una manera inteligible? ¿Dónde está su discografía? Ese es el problema de no tener una industria consistente. No ha existido una catalogación para los siglos y que yo sepa, no existen disqueras de manera formal que actúen en parte como repositorios. Apenas conozco esfuerzo independientes en Guayaquil pero nada más.

Volviendo al tema del “rechazos”, pienso que como no tuvimos algo nuestro, el vacío se llenó potentemente cuando llego el cable a finales de los ochenta e inicios de los noventa y llegaron los Café Tacuba, Julieta Venegas, Caifanes, el unplugged de Soda Stereo, etc. Eso resonó en clases medias educadas porque no había versiones ecuatorianas para agarrarse, más allá de un pop que recién estaba entendiéndose a sí mismo, una música local tipo Tercer Mundo y Verde 70. Para mí, el rechazo es una respuesta a la falta de opciones.

Danos una mirada final sobre el consumo indie en el futuro

Pensando en el futuro, quizás porque me hago viejo, creo que los legados son muy importantes. Por eso, para mi todo lo que es archivo es muy importante. ¿Donde está tal producción?, ¿qué pasó en tal año? (…) en algún momento de la historia cuando alguien pregunte qué se hizo, la disponibilidad legible es esencial.

Por eso me interesa que las cosas queden de alguna forma en archivos que se entiendan, en el soporte que sea y con las formalidades que sean necesarias para que alguien vea y diga: esto fue lo que pasó, porque el mainstream va a continuar contado e indexado en bases de datos. El mainstream se va a seguir replicando porque esta ahí y tienen los accesos. Podemos darles un golpe pequeño. Para que funcione, no tiene que quedar solo la marca, sino el objeto.

BIO 

Hugo Burgos

Académico y artista de nuevos medios. Quiteño nacido en 1968. Decano del colegio de posgrados de la USFQ y fundador de Radio Cocoa y post (s).

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